A ti, manzana,
quiero
celebrarte
llenándome
con tu nombre
la boca,
comiéndote.
Siempre
eres nueva como nada
o nadie,
siempre
recién caída
del Paraíso:
plena
y pura
mejilla arrebolada
de la aurora!
Qué difíciles
son
comparados
contigo
los frutos de la tierra,
las celulares uvas,
los mangos
tenebrosos,
las huesudas
ciruelas, los higos
submarinos:
tú eres pomada pura,
pan fragante,
queso
de la vegetación.
Cuando mordemos
tu redonda inocencia
volvemos
por un instante
a ser
también recién creadas criaturas:
aún tenemos algo de manzana.
Yo quiero
una abundancia
total, la multiplicación
de tu familia,
quiero
una ciudad,
una república,
un río Mississipi
de manzanas,
y en sus orillas
quiero ver
a toda
la población
del mundo
unida, reunida,
en el acto más simple de la tierra:
mordiendo una manzana.
Pablo Neruda
quiero
celebrarte
llenándome
con tu nombre
la boca,
comiéndote.
Siempre
eres nueva como nada
o nadie,
siempre
recién caída
del Paraíso:
plena
y pura
mejilla arrebolada
de la aurora!
Qué difíciles
son
comparados
contigo
los frutos de la tierra,
las celulares uvas,
los mangos
tenebrosos,
las huesudas
ciruelas, los higos
submarinos:
tú eres pomada pura,
pan fragante,
queso
de la vegetación.
Cuando mordemos
tu redonda inocencia
volvemos
por un instante
a ser
también recién creadas criaturas:
aún tenemos algo de manzana.
Yo quiero
una abundancia
total, la multiplicación
de tu familia,
quiero
una ciudad,
una república,
un río Mississipi
de manzanas,
y en sus orillas
quiero ver
a toda
la población
del mundo
unida, reunida,
en el acto más simple de la tierra:
mordiendo una manzana.
Pablo Neruda
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Viaxeiro, escoita:
eu son a táboa do teu berce, a madeira do teu barco
a superficie da túa mesa, a porta da túa casa.
Eu son o mango da túa ferramenta
o bastón da túa vellez.
Eu son o froito que te regala e te nutre,
a sombra benfeitora que te acobilla
contra os ardores do verán,
o refuxio amábel dos paxaros
que aledaron cos seus cantos as túas horas
e limpan de insectos os teus campos.
Eu son a fermosura da paisaxe,
o encanto da horta,
o sinal da montaña
o lindeiro do camiño...
Eu son a leña que te quenta
nos días de inverno,
o perfume que te regala
e embalsama o aire a todas horas,
a saúde do teu corpo
e a ledicia da túa alma.
Por último, son a madeira do teu cadaleito.
Por todo iso, viaxeiro que me contemplas,
ti que me plantaste coa túa man
e podes chamarme fillo,
ou que me contemplaches tantas veces,
mírame ben, pero...
non me fagas dano.
Rabindranath Tagore
(India 1861-1941)
***
Maceira que me das mazás,
que estás sen follas
porque o vento
tirouchas todas.
Dame mazás
polas mañás,
dame sombra
polas tardes,
e abrígame
polas noites
Iván Vázquez, do CEIP Andrade.
***
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